La Ruta de las Monatñas
Después de atravesar la soledad del páramo de Masa y la grandeza de los cañones del Rudrón y el Ebro, la carretera de Santander acerca al viajero hasta uno de los territorios más desconocidos y sugerentes de toda Castilla y León: Las Montañas de Burgos. Situadas en el extremo septentrional de la comarca de Las Merindades estas verdes tierras de Valdebezana, Valdeporres, Sotoscueva y Espinosa de los Monteros encierran en su interior una serie de valores naturales y antropológicos que. las hacen únicas.
El nacimiento del Nela
Desde Soncillo, pueblo que desprende por sus cuatro costados un típico aire montañés, la carretera C-6318 se dirige hacia Santelices y Pedrosa de Valdeporres. Un poco antes de llegar al primero hay que tomar la pista asfaltada que conduce hacia Busnela. Siguiendo el curso del incipiente Nela, que junto al Ebro es el principal río que recorre la comarca de Las Merindades, pronto se deja atrás el caserío, presidido por el macizo torreón de los Porres, del pequeño pueblo de Cidad. También y desde la carretera son visibles las obras del nunca acabado ferrocarril Santander-Mediterráneo.
Busnela
Unos metros después de pasar el cruce de la pista que. se encamina hacia Haedo de las Pueblas, y a mano izquierda de la carretera, aparece sobre una pequeña elevación el dolmen semirrupestre de Busnela. Este curioso megalito se construyó aprovechando una gran roca sobre la que se apoyaron siete enormes ortostatos de roca arenisca. Como los cercanos dólmenes de Haedo y Robledo de las Pueblas el sepulcro de Busnela puede fecharse hace unos 5.000 años. Pronto se alcanza la aldea de Busnela que, a pesar de estar abandonada, sigue siendo una de las más hermosas de toda la provincia. Encaramada en la ladera de una montaña y rodeada por un espeso bosque de robles conserva un interesante conjunto de arquitectura popular que responde nítidamente a la tipología de la casa montañesa: edificio de piedra con amplia solana de madera. Desde. Busnela es fácil acceder andando hasta las fuentes del Nela y a los espesos hosques caducifolios que cubren las laderas de los montes de Somo y Valnera.
Puentedey
Tras retroceder de nuevo hasta el cruce de Santelices hay que tomar la desviación que se dirige a Puentedey. En el centro de este pueblo se localiza uno de los más singulares fenómenos de la naturaleza que se pueden observar en Burgos: un gran puente (más de 15 metros de alto) excavado por el río Nela en la dura roca caliza.
El pueblo también conserva algunos restos románicos y una casa fuerte que perteneció a los Velasco. Desde Puentedey la carretera abandona el curso del Nela y asciende por Quintanilla-Valdebodres, Cogullos, Haedo de Linares y Linares al encuentro de la Merindad de Sotoscueva.
Ojo Guareña
En la encrucijada de la que parten las carreteras a Villamartín, Cornejo y Cueva hay que decidirse por la que se dirige hacia este último pueblo. Antes de haber recorrido un par de kilómetros se alcanza el punto culminante del circo de San Bernabé. En el fondo de este gran valle ciego se localiza el sumidero del río Guareña. Por este famoso "ojo" se introduce el río en los materiales calizos del Cretácico, dando lugar (por fenómenos de disolución química), al complejo de simas, galerías, ríos y lagos subterráneos conocido como Ojo Guareña. A punto de ser declarado Monumento Natural, dentro de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, el Complejo Kárstico de Ojo Guareña con sus casi 100 kilómetros de desarrollo es el más extenso de España y está entre los diez mayores del mundo. El mismo nombre de la Merindad de Sotoscueva indica que la vida y las costumbres de sus habitantes han girado desde siempre alrededor de las cuevas. El entorno de Ojo Guareña es uno de los pocos lugares del planeta en el que se puede seguir con toda claridad, y sin que falte ninguna etapa clave, la evolución de la religiosidad del hombre occidental. Desde la gentes del Paleolítico hasta el cristianismo (que sacralizó el antiguo santuario pagano localizado en la cueva de San Bernabé), pasando por los constructores de dólmenes y los celtas; pueblo éste último que practicaba la dendrolatría rindiendo culto a una encina sagrada.
Espinosa de los Monteros
Una vez visitada la ermita de San Bernabé y el sumidero del Guareña, el periplo continúa, atravesando los pequeños pueblos de Cueva, Quisicedo (que conserva una interesante cabecera románica y una torre que formó parte del mayorazgo de los Velasco), y Quintanilla del Rebollar hasta alcanzar Espinosa de los Monteros.
Un paisaje fresco, alegre y siempre verde recuerda al viajero que está recorriendo las estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica y que el suave y lluvioso clima que reina en la comarca es consecuencia de la proximidad del mar. También el aire que desprende el conjunto urbano de Espinosa de los Monteros denota un carácter marcadamente montañés. Espinosa es una legendaria villa conocida sobre todo por sus "Monteros", cuerpo hidalgo que desde el año 1006 tenía el privilegio de custodiar durante la noche las estancias de los reyes de España. La tradición se mantuvo hasta 1931. Así mismo el rico patrimonio arquitectónico de esta villa realenga merece una detenida visita. Entre otros muchos monumentos destacan el castillo de los Condestables o de los Velasco, levantado durante los s. XIV y XV, las torres de los Azulejos y de Valanto, el palacio de Chiloeches y las iglesias de Santa Cecilia, San Nicolás y Santa María.
Las Machorras
Desde Espinosa una estrecha y serpenteante carretera permite internarse en la comarca llamada de Las Machorras o de los Cuatro Ríos Pasiegos, el territorio burgalés en el que con más claridad han perdurado unas formas de vida ancestrales. Sus habitantes son los pasiegos, un misterioso pueblo (algunos investigadores los entroncan con los vaqueiros de alzada, los maragatos o los agotes) que casi en el siglo XXI conservan una estructura social y unas costumbres propias de la Edad Media. La principal actividad de los pasiegos gira alrededor de su única fuente de recursos: el ganado vacuno. Su forma de vida está marcada por la trashumancia estacional. En verano suben con las vacas a la branizas, praderas naturales, donde se encuentran sus típicas cabañas construidas en piedra que, con dos plantas y cubiertas con lastras, sirven a la vez de establo y vivienda familiar. Al llegar al núcleo de Las Machorras, lugar en donde está enclavado el santuario de Nuestra Señora de las Nieves (el cinco de agosto se celebra una concurrida romería cuyo principal protagonista es un curioso y popular personaje llamado el "bobo de las nieves"), tres empinadas carreteras de montaña permiten alcanzar los portillos que sirven de límite a Burgos y a Cantabria: La Sia, Estacas de Trueba y Lunada. Nada mejor para finalizar este apretado recorrido que ascender por alguno de ellos y disfrutar de las dilatadas perspectivas que se abren a ambos lados de las montañas.